Desarrollo Cognitivo en Humanos y Animales

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Daniel Butanda

Consultor Digital

Escrito por

Equipo Científico de Qubic

Sep 16, 2025

La semana pasada, en una publicación de blog sobre Anna de mi compañero David Vivancos, profundicemos en cómo aprenden la IA y los humanos.

Si en 2019 le preguntaste a GPT-2: “¿Cuántas letras tiene ‘esternocleidomastoideo’? Responde con un número solamente”, la respuesta sería: “La palabra ‘esternocleidomastoideo’ tiene 21 letras.”

Por lo tanto, está equivocada porque tiene 19.

Si al año siguiente, en 2020, le preguntaras a GPT-3, también diría “21.”

En ese momento podrías pensar que la IA es un chiste. Estarías basando ese juicio solo en el resultado visible, no en el proceso subyacente. Incluso podrías decidir trasladar todas tus inversiones a otro sector, más rentable y confiable.

Pero si preguntaras nuevamente un año después, en 2022, la respuesta sería “19.” El modelo lo hace bien, pero incluye un punto, por lo que no es solo un número.

En 2023, con ChatGPT-3.5, ya responde “22.” En 2024, con GPT-4, sigue siendo: “19.”

Si las instrucciones fueran diferentes, los resultados son similares: “Escribe ‘sol’ exactamente 5 veces, separadas por guiones, sin espacios y en minúsculas.”

GPT-2 diría: “sol – sol – sol – sol – sol” (agrega espacios).

GPT-3 diría: “Sol-sol-Sol-sol-sol” (mezcla mayúsculas).

GPT-3.5 y GPT-4 dan la respuesta correcta: “sol-sol-sol-sol-sol.” Exacto y consistente.

Los modelos mejoraron porque fueron explícitamente entrenados para seguir instrucciones breves y formato, penalizando desviaciones y ajustando con retroalimentación humana.

Podrías decir que GPT-2 fue un fracaso. Pero en realidad, fue un paso hacia GPT-5.

Elegimos ahora a un bebé humano como ejemplo.

Le damos al bebé esta indicación: “Hola bonito. Aquí hay un wug. Ahora hay dos. ¿Cómo se llaman?”

Si el bebé tiene entre 9 y 12 meses, la respuesta será silencio o balbuceo. Pero no te enojas ni pides devolver al niño como defectuoso. Sigues interactuando amorosamente, proporcionando estímulos cambiantes y complejos.

A los 18 meses, la respuesta es “wug.” El bebé repite, pero no pluraliza. Entre 24 y 30 meses, la respuesta se vuelve “wugs.” Es decir, el niño añade la -s aunque nunca haya escuchado esa palabra inventada en forma plural. Ha aplicado una regla.

Entre 3 y 4 años (ajuste fino/irregularidades), el niño seguirá diciendo wugs, pero si le pides el plural de ratón, dirá ratones, no ratas. La regla se aplica, pero aún deben aprenderse excepciones.

¿Qué está “construyendo” el bebé? Un proceso que avanza desde el aprendizaje de patrones y repeticiones hasta la aplicación de reglas abstractas (morfológicas) que funcionan para nuevos casos. ¡Nuevos casos para los que NO fueron entrenados! Recuerde siempre la última oración.

Si la indicación fuera matemática, el proceso sería similar.

“Hola bonito, ¿cuánto es 2 + 3?”

A los 2 años, la respuesta puede ser graciosa: “¡muchos!” o una lista aleatoria de números “1,2,3,4,7.”

A los 3 o 4 años, para 2+3 dirán: “1,2,3,4,5 → 5.” Es decir, contando todo.

A los 4 o 5 años, para 2+3: “3,4,5 → 5.” Comenzando desde el número más grande.

A los 6 o 7 años, para 17+8: “7+8=15, lleva el 1; 1+1=2, entonces 25.”

¿Qué está “construyendo” el niño en este caso? Fundamentalmente, estrategias primero, mantenidas en la memoria de trabajo (“llevar el 1”) y aplicadas dentro de un control secuencial, columna por columna. El niño no memoriza patrones o respuestas, sino aplica una regla local de forma iterativa, hasta que emerja un procedimiento.

Probemos tanto a un chimpancé como a un bebé con una tarea diferente y veamos qué sucede.

Por ejemplo, les mostramos una caja (con comida escondida en su interior) y una cuerda atada a la caja. Para abrir la caja, primero hay que presionar una placa lateral durante 1 segundo. La placa no emite sonido ni luz. Sin presionarla, la cuerda no abrirá la caja.

No se dan demostraciones. No hay miradas, palabras ni gestos.

El chimpancé, por prueba y error, se centra en la cuerda. Por casualidad, roza la placa y abre la caja. Tasa de éxito: ~50%. Al día siguiente, persevera, tira con más fuerza, incluso intenta desde diferentes ángulos pero obtiene el mismo ~50%. Tercer día: no cambia. Es “la cuerda” la que abre la caja.

El bebé (12–18 meses) se comporta como el chimpancé, mucha cuerda, éxitos accidentales ocasionales (~45–55%). Pero alrededor de los 18 a 30 meses, la exploración se diversifica (tocando superficies, bordes). Después de varios éxitos accidentales cercanos en el tiempo, el bebé comienza a probar secuencias: toca primero el lado y luego la caja se abre. Éxito ~60–70%.

Cuando alcanza los 30 a 36 meses, estabiliza el ritmo (presiona 1 s, luego tira) y acorta los intervalos entre pasos. Éxito ~75–85%. ¡Si mueves la placa a otro lugar, después de unos intentos el bebé la encuentra nuevamente y mantiene la secuencia!

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